La primera Gala de la Ciencia Española, organizada en A Coruña esta semana para homenajear y premiar a los investigadores patrios, no transcurrió según lo previsto por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. Sus organizadores.
El biólogo Miguel López, uno de los premiados, recogió el galardón con esta frase: “Gracias por el premio, pero mi contrato acaba en 12 días”. Se oyeron risas nerviosas entre algunos los asistentes y alguna carcajada dismulada de periodistas. López forma parte de un equipo de la Universidad compostelana que ha desarrollado un sistema que bloquea la enzima ghrelina, una de las responsables de la obesidad, y que puede ser definitiva para enfrentarse a una patología que mata a 2,8 millones de personas al año en el mundo.
El Confidencial se puso en contacto con Miguel López para comentar el asunto: “Prefiero no hablar más. Bastante revuelo se ha armado”.
Pero no fue el único que la armó. El doctor en Física Bartolo Luque Serrano, de la Politécnica de Madrid, también se despachó a gusto durante la gala. Su galardón reconoce un trabajo sobre desviaciones en la ley estadística de Benford, aplicable, por ejemplo, a la detección de fraudes electorales o de irregularidades en la contabilidad de bancos o empresas. “El mismo ministerio que me premia me quita la financiación”, dijo. Luque sí ha querido responder a las preguntas de El Confidencial.
– Premian tu investigación mientras Luis de Guindos rechaza seguir financiando tu proyecto. ¿Qué cara se te queda?
– Me encanta el cine de Berlanga y de Cuerda… así que la cara se me queda sonriente. Luis de Guindos ya ha demostrado con resultados su ineptitud. Pero, obviamente, no se dedica personalmente a rechazar o aprobar proyectos de investigación. Es la política de recortes y austeridad del gobierno que abandera, más una indiferencia absoluta por la ciencia, la responsable de situaciones surrealistas como la nuestra y del callejón sin salida al que están llevando a la investigación en este país.
-¿Conoces los tribunales que deciden a qué proyecto financiar o no, y qué criterios están siguiendo?
– Los tribunales científicos que califican los proyectos están formados por investigadores nacionales e internacionales, y creo que el sentir de la mayoría de la comunidad es que funcionan relativamente bien. Pero esa es solo la primera parte del proceso, que a partir de aquí se hace opaco. Como en muchas otras cuestiones, debería existir más transparencia y participación de los agentes interesados. El problema en estos momentos es que ya no llega para el café para todos, que era la sofisticada distribución de recursos que teníamos hasta ahora.
-¿Cuánto dinero anual necesitarías para seguir adelante?
– Somos solo cinco personas en nuestro grupo y en nuestro último proyecto a tres años recibimos 40.000 euros, unos 2.700 euros por persona y año. Soy un teórico, hago ciencia básica o fundamental. Por eso, con los recursos de la universidad puedo seguir trabajando. La falta de financiación implica la imposibilidad de colaborar con colegas extranjeros, presentar mis resultados en congresos, comprar computadoras o libros, o publicar en algunas revistas de impacto que requieren pago. Pero no es crítico. Podemos prescindir de eso en los tiempos que corren. El problema angustiante es para los grupos experimentales que requieren material y, sobre todo, para los estudiantes pre y postdoctorales, que son el elemento más importante en I+D, los que hacen el trabajo duro, aportan entusiasmo y futuro, y no comen del aire ni pueden aguantar en un estado de incertidumbre sin fin.
-A veces se ha sugerido que, en estos tiempos de crisis, la financiación pública de la investigación, como la del cine, se puede sustituir por mecenazgo.
-Teniendo en cuenta que la mayor parte de nuestros políticos no saben hablar, son mentirosos y sus razonamientos se reducen a trifulcas entre gorilas, es extremadamente difícil adivinar qué quieren decir. Es mejor no perder el tiempo en eso (o reírse) y esperar sencillamente a ver qué es lo que realmente hacen finalmente (y entonces, llorar).
-Durante la entrega de premios, no fuiste el único científico que recogió la distinción con ironía. Pero la ironía no es suficiente. ¿Crees que la comunidad científica debe trabajar más para concienciar a los ciudadanos y a sus representantes políticos de la importancia de vuestro trabajo para relanzar la economía? ¿No hay una cierta resignación?
– Estoy cansado de esa visión mercantilista. A la ciencia, como al arte, no hay que apoyarlas por cuestiones económicas; hay que hacerlo porque nos distinguen como humanos. Son las herramientas con las que podemos superar el oscurantismo y la irracionalidad, y las bases para alcanzar la paz y la prosperidad mundial. Si a estas alturas hay alguien que no entiende esto, es que se trata de un político.
– Los investigadores soléis también impartir clases. ¿Están las aulas movilizadas a vuestro favor?
– Por supuesto, y he sentido ese apoyo a través de muchos mensajes de alumnos. Además, es ya notorio que la enseñanza pública está siendo golpeada con la misma saña que la investigación, y ambas forman parte de la misma cadena.
– ¿Hay diferencias de trato a la investigación dependiendo de qué partido gobierne?
– Desde 1982, si la memoria no me falla, gobiernan alternativamente PSOE y PP. Durante 30 años este país ha sido gobernado tan solo por dos partidos, en muchos casos con mayoría absoluta. Parece increíble que 35 millones de votantes con sus idiosincrasias particulares se puedan reducir a dos opciones, pero en esto parece consistir la democracia actual. Es por tanto una perogrullada decir que estamos donde estamos gracias a ellos. Ambos son los únicos culpables de la gestión de este país.
Cuando veo el telediario y aparecen noticias sobre el rey, los obispos, el Papa… tengo la viva sensación de que las cosas no han cambiado desde la Edad Media. El PP y el PSOE son partidos políticos decimonónicos, con estructuras piramidales y clientelistas que no funcionan en el siglo XXI. Y no pueden cambiar con los tiempos: uno porque su ideario es el inmovilismo y el otro por esclerosis. Cumplieron su misión en la transición, pero están abocados a la extinción porque ya disponemos de la tecnología necesaria para construir una democracia nueva donde la participación ciudadana no se reduzca al voto teleidiotizado cada cuatro años, sino a una participación continua, dinámica y autoorganizada.
-Las fundaciones Faes (del PP) e Ideas (PSOE) acaban de repartirse casi un millón de euros en subvenciones. Una buena tesis para que la investigue un científico no financiado en sus ratos libres…
-El comentario mezcla churras con merinas. Debemos ser capaces de argumentar y razonar por qué, dónde y cuánto dinero público invertimos a través del criterio ciudadano más amplio posible. Si eso lo decide el PPSOE no me parece ninguna sorpresa que sea al bolsillo de sus secuaces conociendo el historial previo. Se trata simplemente de una fotografía más de la situación actual.
-Ahora, sin financiación para tu proyecto, ¿qué te planteas hacer?
– Lo mismo que hacía hasta ahora: seguiré investigando y ayudando a que otros aprendan, seguiré divulgando ciencia y cultura y seguiré enseñando a mis alumnos que pueden pensar por sí mismos, cambiar el mundo, reír y vivir una vida que merece la pena.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL