La Policía Nacional detuvo ayer en Xàtiva a un hombre que tras cometer un atraco a una sucursal bancaria de la capital de la Costera no huyó del lugar de los hechos y se dejó atrapar. El hombre, de 35 años y nacionalidad española, se presentó en la oficina de Caixa Ontinyent ubicada en la calle Vicente Boix y pidió a un empleado de la entidad que le diera 1.000 euros, amenazándole con una barra de hierro roscado de 16 centímetros. Fue detenido sobre las once de la mañana, instantes después de cometer el atraco.
El asaltante, tras apoderarse de los 1.000 euros, dejó sobre la mesa del empleado el «arma» con la que le había amenazado „una barra de hierro similar a las que se utilizan en la construcción y que es una especie de broca, detallaron fuentes policiales„ y salió tranquilamente de la sucursal; se sentó en un banco situado en las inmediaciones de la oficina y esperó a ser detenido por la policía sin oponer resistencia alguna. Los agentes le intervinieron los 1.000 euros, según informaron fuentes de la Policía Nacional.
El hombre acudió ayer sobre las 8.45 horas a la sucursal y, tras hacer cola, solicitó información para abrir una cuenta. A las 10.45 regresó a la misma sucursal y fue cuando reclamó los 1.000 euros, que el empleado le dio, según explicaron fuentes de la entidad bancaria. Fue cuando salió de la oficina y esperó a la policía, que lo detuvo instantes después. La oficina de Caixa Ontinyent cerró al público tras los hechos, permaneciendo fuera de servicio hasta la una del mediodía, cuando reabrió al público. Desde la caja de ahorros también destacaron que «no ha habido daños personales, nadie ha sido herido» y que el asalto fue tan poco espectacular que prácticamente «no se enteró ni el empleado de al lado» hasta que el asaltado lo reveló.
Necesitaba el dinero «para comer»
Clientes y vecinos de Xàtiva presenciaron el trajín de vehículos policiales y la detención. Algunos testigos presenciales explicaron que, al parecer, el hombre se había presentando pidiendo 1.000 euros y que, ante la dificultad económica que atraviesa, los necesitaba «para comer». La mayoría, que acudió a la sucursal de Caixa Ontinyent tras ocurrir los hechos, y encontrarse con la oficina cerrada, preguntaba por lo ocurrido. Tras conocer los hechos exclamaban, aliviados: «menos mal que no me ha pillado dentro, si no, menudo susto». Pero otros comentaban la singular actitud del asaltante y conjeturaban que lo que deseaba era ingresar en prisión.
Fuente: El Levante