La policía chilena ha arrestado a 122 personas, la mayoría de ellas menores, después de asaltar las escuelas de educación secundaria que habían sido tomadas por sus alumnos. La ocupación de las aulas forma parte de la campaña estudiantil chilena que lleva dos años reclamando una educación pública y de calidad, frente a una dura represión policial que desde 2011 supone uno de las mayores problemáticas en el país andino.
En Chile tendrán lugar elecciones este fin de semana mediante las cuales se escogerán los candidatos presidenciales, por lo que las escuelas debían ser utilizadas como centros de votación para el domingo.
Ya el miércoles por la noche se produjeron fuertes enfrentamientos de la policía con los estudiantes en la capital Santiago, después de que los estudiantes hubieran protagonizado una impresionante marcha reivindicativa por la educación pública, con un gran éxito de convocatoria por parte del poderoso movimiento estudiantil, como viene siendo habitual desde hace dos años. La violencia estalló cuando la policia intentó disolver la manifestación pacífica por la fuerza con cargas y unos jóvenes comenzaron a lanzar piedras y cócteles molotov, a lo que la policía respondió con cañones de agua y gases lacrimógenos.
Más de 100 personas fueron detenidas después de la manifestación en redadas por toda la ciudad, tras la multitudinaria manifestación que atrajo a decenas de miles de estudiantes, profesores y sindicalistas a favor de una educación gratuita y mejorada.
El jueves, la policía puso en marcha antes del amanecer redadas en más de 20 escuelas de Santiago, donde los estudiantes se atrincheraron con mesas y sillas. Por la tarde, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, aseguró que las fuerzas de seguridad habían «restaurado el orden» y agregó que la mayoría de los desalojos habían sido pacíficos.
Los estudiantes llevan años movilizados porque afirman que el sistema educativo chileno es profundamente injusto y combaten las profundas desigualdades chilenas: mientras que los jóvenes de clase alta tienen acceso a algunos de los mejores estudios en la región, la gran mayoría empobrecida tiene que contentarse con las escuelas públicas que carecen de presupuesto suficiente por parte del Estado. El país no cuenta con ninguna universidad pública accesible a las clases bajas, pues los universitarios chilenos, tanto en la enseñanza pública como en la privada, pagan entre 400 y 1.000 euros de tasas mensuales y estudian un promedio de siete años para obtener el título. Haciendo uso de la calculadora: entre 25.200 euros y 63.000 euros, sin contar la matrícula.
La campaña por la reforma educativa es el mayor movimiento de protesta que Chile ha visto desde el retorno a la democracia en 1990.