Tan reconocibles como conflictivas. Muchas de las obras del reconocido arquitecto valenciano Santiago Calatrava, además de Premio Príncipe de Asturias de las Artes, se encuentran en los juzgados o acumulan querellas de distinta condición y pelaje.
La próxima denuncia puede llegar en su propia tierra. Los desprendimientos de parte de la fachada del Palau de les Arts de Valencia ha obligado a suspender la programación de ópera en el recinto y el Ejecutivo valenciano ya ha anunciado que emprenderá acciones legales contra la constructora y/o el arquitecto si nadie se hace responsable y asume voluntariamente la reparación de los daños.
El deterioro se extiende además al Ágora, cuya fachada evidencia desperfectos de pintura y en el ‘trencadís’. Las ‘alas’ de la cubierta del recinto siguen almacenadas en un solar a falta de concluir la obra.
Lo que sigue es un repaso por las obras más polémicas de Calatrava.
VENECIA
El Tribunal de Cuentas de Venecia acordó el pasado 13 de noviembre aplazar un año el proceso que juzga a Calatrava por unsobrecoste en la construcción de un puente en la ciudad italiana, inaugurado en noviembre de 2008. Es el último episodio de una auténtica maldición. El cuarto puente sobre el Gran Canal de Venecia tardó cinco años en levantarse, en lugar de los dos y medio estimados inicialmente. Ponerlo en pie costó 11,3 millones de euros, en vez de los 6,7 millones presupuestados inicialmente. Se inauguró el 11 de septiembre de 2008 de tapadillo, para evitar las manifestaciones de protesta. Hubo que reformarlo porque no estaba adaptado a los discapacitados físicos. Se descubrió que cuando llovía se convertía en una peligrosa pista de patinaje, por lo que también hubo que intervenir. La vibración que sufría también hizo necesario actuar al respecto… Ante ese catastrófico panorama, no es de extrañar que el Tribunal de Cuentas italiano haya decidido reclamar 3,4 millones de euros a Santiago Calatrava y a los responsables técnicos del proyecto en concepto de daños y perjuicios, informa Irene Hdez. Velasco.
OVIEDO
Un auténtico mazazo es el que sufrió Calatrava cuando el Ayuntamiento de Oviedo, el mismo donde recibió el Premio Príncipe de Asturias, dio a conocer un informe que, entre otras cosas, afirmaba que su emblemático edificio luce una cubierta móvil mal diseñada, presenta problemas de ejecución y, en caso de movimiento, no se ajustaría a los coeficientes de seguridad ante cargas de viento superior a cinco metros por segundo. En consecuencia, el arquitecto valenciano tendrá que pagar 3,27 millones de euros a la empresa Jovellanos XXI, promotora del Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo, su obra, debido a los fallos en la ejecución del edificio. Así lo dictaminó el Juzgado de Primera Instancia número 10 de Oviedo en un fallo hecho público en septiembre de este año.
LA RIOJA
Goteras. Algo tan básico como unas goteras trae de cabeza a Calatrava. A él y a Bodegas Domecq, propiedad de la bodega Ysios de Laguardia, en La Rioja alavesa. Estos últimos demandaron ante el Juzgado de Primera Instancia de Vitoria al arquitecto y a los constructores. La intención es que ellos asuman el coste de dos millones de euros del arreglo de la cubierta. Y aquí, las goteras. El edificio se inauguró en 2001 y es una de las construcciones más vanguardistas de la zona y destaca por la ondulación de sus tejados de aluminio con la sierra de Cantabria como fondo. Todo ello, en un paisaje de viñas incomparable… Entre goteras.
HOLANDA
Tres puentes, tres y todos oxidados. Ese es básicamente el balance creativo de Calatrava en un lugar tan húmedo como los Países Bajos. Según un político local, los puentes se oxidaron al año de su inauguración y ocasionaron gastos de hasta 50 millones de euros. Henk Kuipers, del partido liberal, pidió al alcalde de la localidad de Haarlemmermeer, en los alrededores de Ámsterdam, que reclamara a Santiago Calatrava lo que no había podido conseguir de las compañías constructoras. Kuipers asegura que cuando la rica localidad holandesa encargó los puentes al arquitecto valenciano en 1999 se presupuestó un coste de 16 millones de euros, que en el momento de su inauguración, en 2004, ya se había disparado hasta los 30 millones. Cosas del óxido.
Fuente: ElMundo