Les dijeron de todo. En el mejor de los casos, que no sabían lo que querían y que no hacían propuestas. En el peor, que eran sucios, maleducados y unos vagos hijos de papá. Hubo una campaña muy bien orquestada por los palmeros de los regímenes existentes para hacerlos pasar por irresponsables, síntoma de una juventud descarriada. Aquellos jóvenes que asombraron al mundo aquel histórico 15-M no desataron el mismo entusiasmo de puertas adentro, donde se intentó ridiculizarlos sin ningún éxito, como se ha visto.
Ha llovido mucho desde entonces, y a pesar de que en aquellas plazas ya no queda nadie, los acontecimientos posteriores han hecho mucho más que darles la razón: han obligado a los más críticos a enrojecerse con lo que se dijo en aquel momento. Aquellos ciudadanos anónimos nos dijeron «Fíate de un banco y dormirás en él», justo antes de que Bankia confirmase sus peores temores. Gritaron «Mandan los mercados y no los he votado» meses antes que descubriéramos que efectivamente somos esclavos de una maquinaria financiera que no debe responder ante nadie. Proclamaron «No hay pan para tanto chorizo» unos meses antes de que empezase el tsunami de corrupción que nos está asolando. Y fueron mucho más allá pidiendo «Acabemos con este sistema antes que el sistema acabe con nosotros».
Ha pasado el tiempo, sí, pero ahora más que nunca es necesario recordar sus lemas, que algunos quisieron caducos antes de tiempo. Los que los menospreciaban se esconden debajo de la cama aplastados por el peso de las noticias que se suceden día a día, hora a hora. Si alguien tenía alguna duda de las causas que llevaron a centenares de miles de jóvenes a empezar aquella revolución pacífica, no tiene más que asomarse a los hechos escatológicos del caso Bárcenas. Ahora ya sabemos que la fábula perfecta del tesorero que tenía unos escasos 22 millones de euros en Suiza para certificar su compromiso patriótico se cerrará con el final feliz de la auditoría externa. Sí, ríanse: todo quedará atado y muy bien atado con un sainete muy moderno en el que unos señores trajeados buscarán con cara de interesantes un dinero negro que por supuesto no van a encontrar, porque por algo es negro, es decir, invisible. En la novela negra de la España actual aparecen muchos crímenes, pero, qué casualidad, nunca se encuentra al asesino. En la trama Gürtel, el único que ha sido perseguido y se ha tenido que exiliar es Baltasar Garzón, el juez que inició la investigación.
Pedir perdón y dar las gracias
Y a los jóvenes que aquel 15-M ya previeron la estafa monumental en la que vivimos se les pagó con la moneda del insulto. Si algún día queremos tener de verdad una sociedad mejor y no esta obra de teatro que tenemos ahora, deberíamos empezar por pedir perdón al movimiento del 15-M. A continuación darles las gracias, y acto seguido dejarles proponer. Peor seguro que no nos irá.