Las rutas de los migrantes están cerradas para ellos mismos y para los periodistas según denuncia Reporteros Sin Fronteras.
Según informa Diario16, la organización ha afirmado que “hay un claro deseo de obstruir al Periodismo sobre el terreno” mediante amenazas, intimidaciones, detenciones, denuncias, negación de permisos, de entrevistas, equipos confiscados, deportaciones.
Los gobiernos están utilizando estos métodos para bloquear la cobertura mediática sobre los movimientos de refugiados y otros migrantes tanto en Europa como en otras partes del planeta.
Alessandro Puglia, periodista de La República, detalló en sus entrevistas a migrantes en centros italianos cómo los trataban “como animales”. Puglia creyó que esto abriría una investigación pero lo que no sabía que sería contra él.
Las autoridades judiciales le acusan de difamación y ha sido objeto de amenazas e insultos en las redes sociales por determinados sujetos.
El periodista califica este proceso como una “forma legal de intimidación” y un episodio “inaceptable” que pretende “persuadir a los periodistas para que no hagan su trabajo”.
Según el fotógrafo Laurent Carré, corresponsal para medios franceses incluido Libération, en la frontera entre Francia e Italia, los periodistas que cubren la migración se enfrentan a la policía y su “forma legal de intimidación” asegurando que “Es el único tema en el que he encontrado tanto acoso”.
Carré narra que no para de enseñar su carné de prensa y que ha llegado a ser maniatado y tirado al suelo por la policía en la casa de Cédric Herrou, un hombre acusado ante la justicia de ayudar a migrantes. De hecho un policía le dijo directamente: “Señor, le advierto que deje de cubrir estas historias porque va a tener problemas”.
Otro periodista que tuvo problemas similares fue Spencer Woff cuando rodaba un documental para The Guardian en la frontera entre Italia y Francia. Su historia se centraba en los residentes que ayudaban a los migrantes en la zona y fue retenido en julio de 2017 24 horas bajo custodia policial.
“Sabían muy bien que era periodista, pero me interrogaron buscando información sobre Cédric Herrou,” ha detallado relatando cómo le acusaban a él también de ayudar a migrantes.
No solo ellos, los periodistas Raphaël Krafft, Caroline Christinaz o Lisa Giachino, editora de L’âge de Faire, han sufrido los mismos problemas con la policía y las autoridades en esa zona fronteriza entre dos países europeos que se supone defienden la libertad de prensa y los Derechos Humanos.
De hecho, Reporteros Sin Fronteras denuncia que no se permite a los periodista acceder a los campos de detención de migrantes en casi toda Europa y que las autoridades ni siquiera responden a sus preguntas.
Según Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras “Nuestras sociedades no pueden prescindir de la cobertura mediática de la crisis migratoria, que está ahora en el centro del debate público en Europa y otras partes. (…) Cubrir estas historias no puede ser un delito. ¿Por qué se detiene a los periodistas, se les confiscan los equipos y se les niega el acceso a los centros de detención de refugiados? Los gobiernos tienen el deber y la responsabilidad de no obstruir el trabajo de los periodistas alegando motivos de seguridad y de no promover una visión tan edulcorada de una realidad a menudo tan trágica”.
Por su parte el periodista Raphaël Krafft detalla los hechos que ocurren y que se intentan tapar: “Abandono criminal, ausencia de asistencia a personas en peligro, negación a reconocer los derechos de los menores… son muy frecuentes en estos límites de la ley”.
En 2013, la reportera Claire Billet y el fotógrafo Olivier Jobard cruzaron de forma clandestina seis fronteras entre Afganistán y Francia cubriendo el viaje de cinco migrantes que partieron desde Kabul hacia París.
Su bote fue interceptado en Grecia y devuelto a Turquía. Los periodistas fueron testigos, al no identificarse como periodistas, cómo se devolvían ilegalmente refugiados de forma masiva.