El 20% más rico del Estado recibió más del 30% de las ayudas públicas, mientras que el 20% más pobre sólo recibió el 12% del total. España es el cuarto país más regresivo entre los Estados más ricos del mundo, sólo por detrás de Italia, Grecia y Luxemburgo. Nueva Zelanda, Finlandia y Australia, que encabeza la lista.
Así lo certifica el informe de 36 países de la OCDE, Income Support for People of Working Age and their Families. En un contexto post-pandémico de «paquetes anticrisis», la organización internacional analiza cómo afectan las políticas públicas de distribución de la riqueza a las distintas clases sociales. Hasta ahora, los políticos han optado por dar ayudas a todas las familias para hacer frente a la población, pero no siempre teniendo en cuenta la cuantía de los ingresos. Para organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE), la ayuda financiera debe destinarse prioritariamente a los hogares más vulnerables.
Según el estudio, sólo 21 países tienen un sistema de bienestar que premia a las clases sociales más pobres – el 20% de las personas en edad de trabajar con menores ingresos – en detrimento de las más ricas – el 20% con mayores ingresos. En los otros 15 países se da una paradoja: el Estado ayuda más a los ciudadanos con un nivel de renta más alto. España está 12 puntos por debajo de la OCDE en el porcentaje percibido por las personas con rentas bajas y 12 puntos por encima del porcentaje percibido por las personas con rentas altas.
Las transferencias no llegan a quienes más las necesitan. Sin embargo, el estudio no tiene en cuenta el importe de los impuestos pagados por los ciudadanos, por lo que no puede afirmarse con absoluta certeza que el Estado redistribuya necesariamente la renta hacia los más ricos. De hecho, señalan que la mayoría de los países tienen sistemas fiscales progresivos, en los que las rentas más altas pagan más impuestos.
Las clases más ricas siempre pagan menos impuestos, mientras que se benefician de subvenciones públicas en el contexto de la crisis energética.
Sea como fuere, España no sale bien parada ni desde el punto de vista fiscal ni desde el punto de vista de la transferencia de subvenciones. Según informa El Confidencial, el efecto redistributivo del sistema fiscal español es mínimo, según otro informe de EsadeEcPol. El porcentaje de impuestos que pagan los ciudadanos españoles se acerca al 30% en todos los sectores, y los más ricos pagan menos (27%) que los más pobres (28%).
Según este otro estudio, los niveles de desigualdad de la renta han aumentado y la política fiscal es cada vez más regresiva, por lo que hay menos presión fiscal en función de la renta. En otras palabras, las clases más ricas pagan cada vez menos impuestos, mientras se benefician de las subvenciones públicas en el contexto de la crisis energética. Por ejemplo, la subvención gubernamental de 20 céntimos por litro de combustible.
Esto no sólo ocurre en España. Como se menciona en el informe de la OCDE, los socios europeos han adoptado este método para luchar contra la inflación. Sin embargo, los expertos de la OCDE recomiendan que estas medidas sean «limitadas en el tiempo» y abogan por utilizar medidas que mejoren directamente los ingresos de los sectores sociales más empobrecidos.