Los últimos atentados producidos en Europa, al que hay que sumar el del pasado jueves en La Rambla de Barcelona, han aumentado el clima de odio y de desconfianza hacia un colectivo musulmán que nada tiene que ver con esos atentados. Uno de los últimos casos de odio manifiesto hacia todo lo que suene o parezca diferente se dio sobre las once de la noche del pasado viernes en Port de Sagunt. Allí, un joven de origen marroquí de tan solo 14 años se encontraba junto a un amigo consultando Internet con su móvil cuando un Audi se paró cerca ellos.
El menor, con iniciales A. F., relata que, sin mediar palabra, se acercó hacia él insultándole: «yo me fui para atrás, pero siguió directo hacia mí diciéndome: fuera de aquí, vete a tu país, moro de mierda» y, a continuación, le propinó dos patadas en el muslo izquierdo y en las costillas.
El agresor, un hombre de entre 25 y 30 años, según la descripción que el menor dio a la policía al efectuar la denuncia, llegó incluso a amenazarle de muerte, como así se refleja en la denuncia: «Si te vuelvo a ver te mato, moro de mierda». Y, acto seguido, con total tranquilidad, se fue y se metió en un cajero automático de la zona.
Por su parte, el menor, que sufre estrés postraumático y que no quiere ni salir de casa, se fue a pedir ayuda a su padre. «Estaba preparando la cena cuando mi hijo llamó al timbre y me dijo, muy nervioso, que bajara porque le habían pegado», relata el padre.
Tras estos actos el menor fue a los servicios médicos de Port de Sagunt, acompañado de su padre y del otro joven, de 13 años y nacionalidad española, que fue testigo de todo. Allí le hicieron una exploración que indicaba que sufría «una contusión en la región costo lateral izquierda, con aumento de dolor en la inspiración». Así como otra «contusión en la cara lateral del muslo izquierdo».
El agresor, al que busca la Policía desde entonces es, según la descripción que facilitó el joven, un adulto de complexión atlética, de alrededor de 1,70 metros, con tez clara, pelo moreno corto y un poco de barba. Y conduce un Audi A3 de color azul oscuro.
El menor cree que lo sucedido venía a colación del atentado del jueves en Barcelona porque fue solo un día después y porque también llegó a decirle que «os tendrían que matar a todos como matan a los españoles». Y, de momento, prefiere no salir de casa más allá de lo estrictamente necesario. Tanto es así que dice que no va a acudir a los entrenamientos con su equipo de fútbol que empiezan esta semana y en los que tenía puestas muchas ilusiones.
El padre, por su parte, lamenta profundamente lo ocurrido y asevera que «el chiquillo no tiene culpa de nada. Está muy lejos de estas cosas, vive en España desde que era un bebé y es uno más».
Mientras tanto, otra familiar del agredido lamentaba que todo este clima de odio «se está yendo de las manos» y asegura que «si antes había racismo, ahora ya es asombroso. No saben diferenciar entre los musulmanes, el islam y los radicales. No todos son yihadistas al igual que no todos los españoles son etarras», explica. Y matiza que «lo primero que dice el Corán es que tú no eres dueño de tu cuerpo. Por eso a los que beben o se drogan Alá los castiga. Además, la violencia va totalmente en contra del Islam que habla de paz», indica.