¡Todas y todos a las manifestaciones de las 12h!
Ningún rincón del planeta escapa de la destrucción medioambiental a la que nos condena el sistema capitalista. Los terribles incendios en Grecia, Turquía, Siberia o California, las olas de calor que han barrido Canadá y la costa este de EEUU dejando cientos de muertos y millones de peces asfixiados por el calentamiento oceánico, el deshielo del territorio ártico -a principios de agosto el casquete glaciar que cubre Groenlandia ha perdido aproximadamente 8.000 millones de toneladas al día-, terremotos en Haití, inundaciones en Alemania, Bélgica y China… son la crónica de una catástrofe que avanza a un ritmo imparable.
La proliferación de virus y pandemias, como la de la Covid-19, está plenamente ligada a la destrucción de la biodiversidad, sometida a la ley del máximo lucro que las multinacionales imponen al medio ambiente.
El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPPC) de la ONU es demoledor: “muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, si no en cientos de miles de años”. Sin embargo, el cambio climático no es un castigo divino. Es el resultado de la actuación destructiva del modo de producción capitalista sobre el ecosistema, y de la complicidad de los Gobiernos que sostienen la llamada economía de mercado.
Catástrofe climática, catástrofe capitalista
Los datos sobre la responsabilidad que tienen las grandes empresas y oligopolios en la destrucción del planeta ya no se pueden ocultar más. Los culpables de esta situación no es la “humanidad” en general, son los capitalistas: 20 empresas de combustibles fósiles generan un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y 100 multinacionales emiten el 80% de CO2.
Todos los Gobiernos, ya sean abiertamente de derechas o autodenominados socialdemócratas, insisten una y otra vez en que se están tomando medidas para frenar el cambio climático. ¡Qué mentira más despreciable! Las cumbres climáticas, desde el Acuerdo de París a la COP25 en Madrid, han fracasado porque están organizadas y controladas por los mismos que arrasan el planeta para llenarse los bolsillos.
Las declaraciones y propaganda ecologista de las empresas eléctricas, gasistas y petroleras, de los bancos o las grandes firmas textiles y agroalimentarias son un completo fraude. Lo «verde» está de moda en todos sus anuncios, pero no es más que una triquiñuela descarada para embaucar a la opinión pública. Palabras cínicas para descargar el peso de su actividad criminal sobre los hombros de la población, y escurrir el bulto de su responsabilidad.
Así es la lógica del capitalismo: el máximo lucro de unos pocos por encima de las necesidades humanas, sociales y medioambientales de la mayoría.
Para salvar el planeta hay que romper con el sistema: ¡Huelga climática el 24-S!
El llamado ‘capitalismo verde’ es un auténtico timo y ha fracasado. Confiar en la acción de los Gobiernos y de las empresas para frenar el desastre que vivimos es un error. Sólo podemos basarnos en nuestras propias fuerzas y en nuestra capacidad de lucha y movilización. La juventud lo ha demostrado en estos años y lo vamos a seguir haciendo con más fuerza.
Por eso, desde el Sindicato de Estudiantes convocamos a todas las y los estudiantes a la huelga estudiantil climática global del próximo 24 de septiembre y llamamos a vaciar las aulas y llenar las calles en las manifestaciones que celebraremos a las 12h en las distintas ciudades del Estado español.
Ese día volverá a ser una jornada de lucha impresionante, con millones de jóvenes en las plazas de todo el mundo.
Sólo poniendo fin a la opresión capitalista, nacionalizado las grandes multinacionales bajo el control democrático de la población, la actividad productiva será planificada para cubrir las necesidades sociales acuciantes, garantizando la sanidad y la educación pública, la vivienda asequible y digna para todas y todos, el empleo sin precariedad ni salarios de miseria, y que sea respetuosa con el medio ambiente. Sólo con la transformación socialista de la sociedad lograremos preservar el medio ambiente de una destrucción segura y conseguiremos la justicia social y climática.